Nuevos retos

Hoy he decidido retomar este blog que comencé hace años durante un curso en el que me inscribí. Lo  hago simplemente para compartir mis reflexiones y algunas de las tareas y actividades que a lo largo de los años he diseñado para mi aula.  No está en mi ánimo dar lecciones ni cuestionar a nadie, salvo a mí misma.

Tras muchos años trabajando como docente, son pocos los días en que regreso a casa sin cuestionarme todo lo que he hecho, pensando sobre la respuesta educativa que he dado a mi alumnado, sobre cómo puedo mejorarla y qué debo aprender para ello.

Hace poco, escuché la definición que hace Constanza Orbàiz, psicopedagoga argentina, de lo que es su trabajo, de cuál es su labor. Según ella,  trabaja "pensando formas para que otros puedan".  Me pareció la definición más bonita posible de mi profesión. 

Tomando prestadas sus palabras, cuando alguien que se dedica a enseñar piensa formas en que sus alumnos y alumnas puedan, está caminado hacia la inclusión. Esa persona comienza a recorrer el camino para permitirá ofrecer herramientas a su alumnado para lograr sus objetivos, para que desarrolle plenamente sus competencias, para que tenga su lugar y se sienta parte fundamental del grupo.

Pensar formas en que otros y otras puedan hace necesario mirar a nuestro alumnado y verlo, ver a la persona, saber qué siente, qué necesita y solo así estaremos en disposición de comenzar a trabajar.

Es imprescindible que creemos contextos flexibles que permitan a nuestros niños y niñas desarrollar al máximo sus competencias, y esto empieza por ser capaces de eliminar muchas de las barreras que se encuentran a diario en su aula. Barreras que van desde la forma en que se presenta la información, pasando por pedir a todas las personas lo mismo hasta llegar a diferenciar de manera significativa a alguien pensando que así le estamos ayudando.

Es esencial un cambio de mirada o mirar simplemente, ya que en muchos casos seguimos integrando pero no incluyendo.

 

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